miércoles, 6 de julio de 2011

Arto Paasilinna - La dulce envenenadora

"[...] Cada cual se ocupaba sólo de su pellejo, apartando la vista cuando los golpes llovían sobre el prójimo. La gente se había vuelto tan brutal e insensible como al acabar la guerra. Entonces en Helsinki uno debía tener cuidado con su cabeza, pues los soldados que se habían licenciado después de pasar cinco años en el frente andaban haciendo andaban haciendo de las suyas por toda la ciudad, borrachos como cubas. Pero, ¿De qué guerra salían los sinvergüenzas de ahora?"

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