lunes, 28 de marzo de 2011

Haruki Murakami - Al Sur de la frontera, al Oeste del Sol

"[...]
- ¿De verdad crees que se trata de una manipulación ilegal de acciones?
- Si lo quieres saber, pregúntaselo directamente a tu padre. Pero, mira, Yukiko, una cosa sí te la puedo decir. Acciones que tengan un beneficio garantizado no existen en ninguna parte del mundo. Para conseguir esa garantía tiene que darse alguna manipulación ilegal. Mi padre estuvo empleado en una compañía de valores hasta la jubilación, durante casi cuarenta años. Trabajó muy duro, de la mañana a la noche. Y lo único que dejó fue una casita de nada. Muy hábil no debía de ser, seguro. Mi madre, cada noche, repasaba las cuentas de la casa preocupada porque, por una diferencia de cien o doscientos yenes, no le cuadraban los números. ¿No lo entiendes? Ése es el tipo de hogar en el que yo he crecido. Dices que no has podido mover más de ocho millones. Pero, Yukiko, ese dinero es de verdad. No son los billetes del Monopoly. Las personas normales, las que van cada día al trabajo en trenes atestados, no ganan ocho millones en un año aunque se deslomen trabajando y hagan todas las horas extraordinarias que puedan. Yo llevé este tipo de vida durante ocho años. Pero jamás logré ganar en un año esa cantidad. Ni siquiera después de trabajar ocho años. Ni de lejos. Claro que tú no debes entender de qué tipo de vida te estoy hablando, ¿verdad? [...]"

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