lunes, 9 de mayo de 2011

Charles Bukowski - Guerra sin cesar


VI


voy al hipódromo temprano para hacer mis cálculos y hay un
tipo que se acerca
sacando el polvo a los asientos. sigue con lo suyo, venga
limpiar el polvo,
probablemente contento de tener empleo.
soy uno de esos que no creen que haya mucha diferencia
entre un científico atómico y un tipo que limpia los cagaderos,
salvo por la suerte en el sorteo:
padres con dinero suficiente para encauzarte hacia
una muerte más generosa.

como es natural, algunos nos superamos con brillantez, pero
hay miles, millones más, embotellados, privados
de la más mínima oportunidad para desarrollar su
potencial.

- ¿qué tal va? - le pregunté cuando pasaba sacando el polvo.
- bien, ¿y tú? - me preguntó.
- me va bien con los caballos. es con las mujeres donde pierdo.

se echó a reír. - sí. un hombre puede tener dos o tres malas
experiencias,
eso puede suponerle un buen palo.

- no me importaría si fueran dos o tres - le dije -. yo he tenido once o doce.
- tío, debes de saber lo tuyo. ¿quién te gusta en la primera?

le dije que la entrada, que estaba a 4 a uno, debería
acabar uno a dos. (45 minutos después, así ocurrió.) pero no
era 45
minutos después. se fue sacando el polvo y pensé en todos los
trabajos de mierda y lo contento que estaba de tenerlos.
durante una
temporada. luego siempre fue cuestión de dejarlos o ser
despedido.
y de una manera u otra me sentía bien.
cuando duermes y vives con la misma mujer durante más de
dos
años sabes lo que acabará por ocurrir sólo que no sabes
por qué. no está en la carta de navegación.

mi amigo, venga sacar el polvo en el hipódromo, tampoco lo
sabía.
[...]

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