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"Tenían jerseys de cuello de cisne, relojes de muñeca y el último grito en zapatos. Parecían ser muy adultos, elegantes y superiores. Y ahí estaba yo con mi jersey casero, mis raídos pantalones, mis desgastados zapatos y encima cubierto de granos. Los chicos de los coches no se preocupaban por el acné. Eran muy bien parecidos, altos y limpios, con dientes brillantes y sin lavarse el pelo con jabón barato. Parecía que sabían algo que yo desconocía. Estaba de nuevo en el culo del asunto."
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