"- Deja de jorobar a tu padre -dijo Zarlingo-. Siéntate y tómate un vino. Tranquilízate. Disfruta de su compañía.
- Me lo llevo al hospital.
- Eso lo decidirá él.- Alargó la mano y tocó la de mi padre-. ¿Quieres volver al hospital, Nick?
- No, Joe. Se está bien aquí. Con esta paz.
El afónico de Angelo chascó la lengua y me indicó por señas que me acercase, sonriéndome con su boca desdentada. Me acerqué a él, cogió un lápiz, garabateó algo en un cuadernillo, arrancó la hoja y me la alargó. Era una frase ilegible, aunque se notaba que estaba en italiano.
- No se entiende- dije, devolviéndole el papel.
Benedetti me lo arrebató.
- Déjame ver-.
Observó la frase un momento y asintió con la cabeza.
- Es verdad -dijo a Angelo-. Siempre tienes razón, Angelo.
- ¿Qué dice?- Pregunté.
- Dice: Más vale morir borracho que morir de sed.
Aparté la mirada y la posé en el viejo vinatero.
- ¿Y eso qué quiere decir?- dije, mirando los entornados ojos de Angelo-. Yo no lo entiendo.
Angelo garabateó otra frase rápida y le pasó el papel a Benedetti, que volvió a traducir.
- Más vale morir entre amigos que morir entre médicos.
Aquello mereció un aplauso, un batir general de palmas, un bridis con los vasos levantados y vaciados; incluso mi padre que no estaba para entender nada, hizo un ademán con la mano."
Seishu Hase: El chico y el perro
Hace 5 horas
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