"Cuando me habla de la ropa me pregunta también por los vagabundos, por los motivos, por qué hay cada día más. Ésa es otra conversación que mantengo a menudo con la gente, porque ya soy un experto. Son todos unos borrachos, ¿no le parece?. Si das dinero a un mendigo, se lo gastará en bebida, ¿verdad?. Esa gente no quiere casa, se niega a trabajar, prefiere vivir así. ¿no es cierto? Es evidente que quienes hacen tales preguntas esperan un poco de consuelo, necesitan oir palabras de ánimo, la confirmación de que ellos no pueden hacer nada, de que el problema es tan incomprensible como África. O quizá teman que la condición de indigente se haga cada vez más fluida e incierta, en vez de estar determinada por el nacimiento, como ocurre con los intocables en la India. A veces digo que el ochenta por cierto de los vagabundos es invisible, como el consabido iceberg, que a la mitad de las personas que veo por la calle las conozco del albergue [Un albergue de vagabundos, donde trabaja el protagonista]
pero quien no lo sepa los tomará por empleados que salen a tomar el sol en la pausa de mediodía"
0 comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenido, ¡Gracias por tu comentario!